
Correr
para descansar, en las pocas horas que deja el día; correr para regresar a casa
y corremos a la cama… ¿Corremos al estar atrasados y corremos cuando hay
tiempo?
Tal
vez corremos, por el temor de enfrentarnos a nuestras propias ideas. Ideas que
pueden aclarar quién y cómo eres; ideas que pueden enseñar el verdadero mundo
que hemos ayudado a construir.
Tal
vez corremos, porque es la única forma en la cual damos un sentido, una
dirección, a nuestras vidas. Tal vez corremos en una necesidad de escapar…
¡Sí, de escapar!... ¿Por qué no?
Cada día, todos los días, debemos hacer frente
a situaciones incomodas, que sobrepasan nuestras propias posibilidades de
evitarlas. No es de extrañar, entonces, la necesidad de apartar, todo malestar,
pesar, incomodidad, con la cual bebemos convivir.

Corremos
para llegar al trabajo, colegio, instituto o Universidad; buscando disociar,
distorsionar, aquello que nos molesta.
Corremos
para descansar, en las pocas horas que deja el día,
pues
el trabajo se vuelve un problema, que no tienes permitido dejar.
Corremos
para regresar a casa y corremos a la cama en busca del único espacio donde
realmente: toda mentira, todo problema, todo trabajo y agitación desaparece… nuestros sueños.
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